martes, 14 de marzo de 2023

Deja de Escapar- Ps. César Rojas


Buenos días mis hermanos, Dios nos continúe bendiciendo en esta hermosa mañana. Lucas 19:1-10 Reina-Valera 1960 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Si creciste en la iglesia cristiana estoy casi seguro de que aprendiste la historia (y muy probablemente la canción) de un pequeño hombre llamado Zaqueo. 

¿Recuerdas de qué trataba esa narrativa? Si lo olvidaste, permíteme recordártela desde una perspectiva más profunda a la que te enseñaron cuando solo eras un niño. Lucas nos dice que Zaqueo era el jefe de los publicanos. En aquel tiempo los publicanos eran los encargados de recaudar los impuestos para el imperio romano. Ahora bien, el punto aquí es que estos recaudadores no eran romanos, sino los mismos judíos que voluntariamente se ponían al servicio de Roma. Al aceptar este tipo de empleo, estos judíos le estaban dando la espalda a su propia nación, pues estaban cooperando con la opresión económica que los romanos imponían sobre sus colonias mediante los impuestos. 

Por esta razón, eran considerados por los demás judíos como traidores. Y como sabemos, Zaqueo no solo era un publicano, él era el jefe los recaudadores de impuestos en Jericó. Esto explica las palabras del versículo 7: “Al ver esto, todos empezaron a murmurar: Ha ido a hospedarse con un pecador. Zaqueo: Un hombre transformado por Cristo “Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.” 

No sabemos exactamente el momento en el que Zaqueo se arrepintió de sus pecados y confió únicamente en Cristo como Salvador, pero sabemos que ocurrió. Al final del relato, Zaqueo se encuentra haciendo cosas que solo pueden ser el resultado de una vida que ha sido encontrada y salvada por el Hijo del Hombre (v.10). El versículo 8 dice así: “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.” Estas acciones muestran que el corazón que una vez amó al dinero por encima de todo había sido transformado, de manera que ahora estaba dispuesto a restituir a los que había robado y a usar su dinero para ayudar a los pobres de su comunidad en Jericó. Ahora Zaqueo disfrutaba de una riqueza espiritual que el dinero jamás podría haber comprado. Ahora él era un hombre nuevo que en gratitud a su Salvador quería agradarlo en todo. ¿Y Tu Estarías dispuesto a obedecer a Dios antes que amar al dinero?

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