jueves, 30 de julio de 2020

¿POR QUÉ NOS PERMITE DIOS PASAR POR PRUEBAS Y TRIBULACIONES?



       Una de las partes más difíciles de la vida cristiana es el hecho de que ser un discípulo de Cristo no nos hace inmune a las pruebas y las tribulaciones de la vida. ¿Por qué un Dios bueno y amoroso nos permitiría pasar por cosas tales como la muerte de un niño, enfermedades y daños a nosotros mismos y nuestros seres queridos, dificultades financieras, preocupación y temor? Después de todo, ¿no significa el amarnos que Dios quiere que nuestras vidas sean fáciles y cómodas? No, no es así. La Biblia enseña claramente que Dios ama a aquellos que son sus hijos, y “todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). Eso debería significar entonces que las pruebas y tribulaciones que Él permite en nuestras vidas son parte de todas las cosas que nos ayudan a bien. Por lo tanto, para el creyente, todas las pruebas y tribulaciones deben tener un propósito divino. 
     Como en todas las cosas, el propósito final de Dios es que seamos transformados más y más a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29). Esta es la meta del cristiano, y todo en la vida, incluyendo las pruebas y tribulaciones, está diseñado para permitirnos alcanzar esa meta. Es parte del proceso de la santificación, siendo apartados para los propósitos de Dios y equipados para vivir para Su gloria. Se explica la manera en que las pruebas logran esto en 1 Pedro 1:6-7:

“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”.

     La fe del verdadero creyente se reforzará mediante las pruebas que experimentamos, lo cual nos permitirá crecer para ser la clase de personas que Dios quiere que seamos.
Las pruebas desarrollan el carácter piadoso, y eso nos permite “…gloriarnos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:3-5). Jesucristo fue el ejemplo perfecto. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Estos versículos revelan aspectos de Su propósito divino tanto para las pruebas y tribulaciones de Jesucristo como para las nuestras. El perseverar comprueba nuestra fe. "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).

Sin embargo, debemos tener cuidado de nunca hacer excusas por nuestras “pruebas y tribulaciones” si son el resultado de nuestra propia maldad. "Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno" (1 Pedro 4:15). Dios perdonará nuestros pecados porque el castigo eterno para ellos ha sido pagado por el sacrificio de Cristo en la Cruz. Sin embargo, todavía tenemos que sufrir en esta vida las consecuencias naturales por nuestros pecados y malas decisiones. Pero Dios usa incluso esos sufrimientos para moldear y formarnos para Sus propósitos y nuestro bien supremo.

Las pruebas y tribulaciones vienen con un propósito y una recompensa. “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna… Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman"(Santiago 1:2-4,12).

A través de todas las pruebas y tribulaciones de la vida, tenemos la victoria. “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57). Aunque estamos en una batalla espiritual, Satanás no tiene autoridad sobre el creyente en Cristo. Dios nos ha dado Su Palabra para guiarnos, Su Espíritu Santo para fortalecernos, y el privilegio de venir a Él en cualquier lugar y en cualquier momento, a orar por todo. Él también nos ha asegurado que no habrá tentación que nos pondrá a prueba más allá de nuestra capacidad para resistir, y “dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).

sábado, 25 de julio de 2020

RAZONES PARA VIVIR GOZOSOS

Jesús dijo a sus discípulos:

Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.
JUAN15:4
Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa.
JUAN15:11





JUAN 5:1-11

 

 El paralítico de Betesda

1  Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.
En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.
Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.
Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.
10 Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho.
11 El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda.



 En su vida en la tierra, Jesús encontró mucha oposición y sufrimientos. Sin embargo, algunos días antes de ser crucificado, explicó a los que le amaban cómo podían vivir gozosos con él:
–Dios Padre cuidaría de ellos como un viticultor se ocupa de su viña. El deseo de Dios es garantizar nuestro crecimiento para que produzcamos fruto (v. 1-2).
–El Señor iba a llevar en la cruz una vez por todas nuestros pecados para limpiarnos (v. 3).
–Los discípulos de Jesús debían tomar conciencia de que sin él no podían hacer nada que agradase a Dios. Pero confiando en él podrían hacer las buenas obras preparadas por Dios de antemano (v. 5).
–Podrían presentar sus peticiones a Dios y estar seguros de recibir una respuesta positiva para todas las súplicas hechas según su voluntad (v. 7).
–El Señor seguiría amándolos siempre y ellos tendrían que tratar de llenar sus corazones con este amor y vivirlo en el día a día (v. 9).
–Podrían servir al Padre (Dios) como el Hijo (Jesús) lo había servido, guardando todas las palabras que habían oído de él (v. 10).
Al igual que sus discípulos, a quienes poco después encontró dormidos debido a la tristeza, nosotros que creemos en Jesús quizá también hemos respondido mal a su invitación a vivir cerca de él y a gozarnos en él. Estemos más atentos a lo que Dios nos dice.

¡Tomemos aliento y gocémonos!

Lectura:
  • Isaías 61-62
  • Marcos 12:1-27 
  • Salmo 57:6-11
  • Proverbios 15:15-16

Que prediques la Palabra Buenos días amados hermanos, Dios nos continúe bendiciendo en esta hermosa mañana. 2da a Timoteo 4:1-5 "Te sup...