Transformados por la
verdad
“La
gente necesita más que pan para vivir; y deben
alimentarse
con cada Palabra de Dios”.
Mateo 4:4 (BAD)
“Ahora
los encomiendo a Dios y al mensaje de su
gracia,
mensaje que tiene poder para transformarles
y
darles herencia”.
Hechos 20:32 (NVI).
La verdad te
transforma.
El crecimiento
espiritual es el proceso que reemplaza las mentiras con la verdad. Jesús oró: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es la
verdad” (Juan 17:17).
Para la santificación se requiere revelación. El Espíritu de Dios utiliza la
Palabra de Dios para hacernos como el Hijo de Dios. Para llegar a ser como Jesús,
debemos llenar nuestras vidas de su Palabra. La Biblia dice: “Por medio de la Palabra somos reunidos y
formados para las tareas que Dios tiene para nosotros” 2 Timoteo 3:17 (PAR)
La Palabra de Dios es
diferente a cualquier otra palabra. Es viva 3. Jesús dijo: “Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida”. Juan 6:63 (LBLA)
La Biblia es mucho más
que una guía doctrinal. ¡Genera vida, crea fe, produce cambios, asusta al
diablo, realiza milagros, sana heridas, edifica el carácter, transforma las
circunstancias, imparte alegría, supera la adversidad, derrota la tentación,
infunde esperanza, libera poder, limpia nuestras mentes, hace que las cosas
existan y garantiza nuestro futuro para siempre! ¡Aleluya! ¡No podemos vivir
sin la Palabra de Dios! Nunca la menosprecies. Debemos considerarla tan
esencial para nuestra vida como la comida. A la Biblia se le llama nuestra
leche, pan, comida sólida y postre. Esta comida de cuatro platos es el menú del
Espíritu para la fortaleza y el crecimiento espiritual. Pedro nos advierte: “Deseen con ansias la leche pura de la
palabra... Así, por medio de ella, crecerán en su salvación”. 1 Pedro 2:2
PERMANECE
EN LA PALABRA DE DIOS
Nunca hubo tantas
Biblias impresas como hoy; sin embargo, una en una repisa no tiene ningún
valor. Millones de creyentes sufren anorexia espiritual, mueren de hambre por
causa de desnutrición espiritual. Para ser un discípulo robusto de Jesús,
alimentarte de la Palabra de Dios debe ser tu prioridad. Jesús usó la palabra
“permanecer” para referirse a eso. Él dijo: “Si
ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos” (Juan 8:31, LBLA). En la
vida diaria, permanecer en la Palabra de Dios implica tres acciones.
Debo
aceptar su autoridad. La Biblia debe llegar a ser la guía de
autoridad de mi vida: la brújula en la que confío como mi guía, el consejo que
escucho para tomar decisiones sabias y la referencia para evaluar todo. La
Biblia debe ser la primera y la última palabra en mi vida.
Muchos de nuestros
problemas ocurren porque fundamentamos nuestras decisiones basadas en factores
de autoridad no confiable: la cultura (“todos lo hacen”), la tradición
(“siempre lo hemos hecho así”), la razón (“parecía lógico”), o la emoción
(“sentíamos que era lo correcto”). Estos cuatro factores son defectuosos por
causa de la caída. Lo que necesitamos es una norma perfecta que nunca nos guíe
en la dirección equivocada. Sólo la Palabra de Dios satisface esa necesidad. Pablo explica: “La Biblia entera nos fue dada por inspiración de Dios y es útil para
enseñarnos la verdad, hacernos comprender las faltas cometidas en la vida y
ayudarnos a llevar una vida recta” (2 Timoteo 3:16, PAR). Opta por la Biblia como la máxima
autoridad, a pesar de la cultura, la tradición, la razón o la emoción. Adopta
la declaración de Pablo como tu afirmación personal de fe: “Estoy de acuerdo con todo lo que enseña la ley y creo lo que está
escrito en los Profetas”. Hechos24:14
Debo
asimilar su verdad. No basta con sólo creer en la Biblia,
debo llenar mi mente de ella para que el Espíritu Santo pueda transformarme con
la verdad. Hay cinco maneras de hacerlo: Puedes recibirla, leerla,
investigarla, recordarla, y reflexionarla.
Primero,
recibes la Palabra de Dios cuando la escuchas y la aceptas con una mentalidad y
una actitud receptiva. La parábola del sembrador ilustra
cómo nuestra receptividad determina si la Palabra de Dios se arraiga en
nuestras vidas y lleva fruto o no. Jesús identificó tres actitudes de rechazo:
una mente cerrada (la tierra dura), una mente superficial (la tierra poco
profunda), y una mente distraída (la tierra con hierbas malas), y luego dijo: “Pongan mucha atención” (Lucas 8:18). Santiago
aconseja “que puedan recibir con humildad
(modestia, mansedumbre) la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder
para salvarles la vida”. (Santiago1:21b, PAR)
Segundo,
la lectura diaria de la Biblia te mantendrá al alcance de la voz de Dios.
Por eso Dios instruyó a los reyes de Israel que mantuvieran siempre cerca una
copia de su Palabra: “Esta copia la
tendrán siempre a su alcance y la leerán todos los días de su vida” (Deuteronomio 17:19a, PAR). Pero no la guardes
simplemente cerca, ¡léela regularmente! Una herramienta sencilla para esto es
un plan diario de lectura bíblica. Así evitarás saltar arbitrariamente de una
parte de la Biblia a otra y pasar por alto algunas secciones.
Tercero,
la investigación, o el estudio de la Biblia, es otra manera práctica de
permanecer en la Palabra. La diferencia entre la lectura y
el estudio de la Biblia implica dos actividades adicionales: formularse
preguntas acerca del texto y anotar tus ideas. En realidad no has estudiado la
Biblia a menos que hayas tomado nota de tus pensamientos en el papel o en la computadora.
La Biblia dice: “Verdaderamente felices
son las personas que estudian cuidadosamente la perfecta ley de Dios que las
hace libres, y la siguen estudiando. Ellas no se olvidan lo que oyeron, sino
que obedecen lo que dice la enseñanza de Dios. Los que hacen esto serán
felices”. Santiago 1:25
(PAR)
La
cuarta manera de permanecer en la Palabra de Dios es recordándola.
Tu capacidad para recordar es un regalo de Dios. Es posible que pienses que
tienes una memoria pobre, pero la verdad es que memorizas millones de ideas,
verdades, hechos y cifras. Recuerdas lo que es importante para ti. Si
consideras relevante la Palabra de Dios, dedicarás tiempo para recordarla.
Los beneficios de
memorizar los versículos de la Biblia son enormes. Te ayudará a resistir la
tentación, a tomar decisiones sabias, a reducir la tensión, a edificar
confianza, a brindar buenos consejos y a compartir tu fe con otros. Hay tres
claves para memorizarlas: ¡repasar, repasar y repasar! La Biblia dice: “Mantengan vívidas en su memoria las
enseñanzas de Cristo y permitan que sus palabras enriquezcan sus vidas y los
hagan sabios”. Colosenses3:16a (BAD)
La
quinta manera de permanecer en la Palabra de Dios es reflexionar en lo que nos
dice,
lo que la Biblia llama “meditación”. Para muchos, la idea de meditar evoca
poner su mente en blanco y divagar. La meditación bíblica es exactamente todo
lo contrario. Consiste en concentrar el pensamiento. Exige un esfuerzo serio.
Eliges un versículo y reflexionas en él una vez tras otra.
Ningún otro hábito
puede hacer más por transformar tu vida para que te parezcas más a Jesús que la
reflexión diaria en las Escrituras. Mientras dedicamos tiempo para contemplar
la verdad de Dios, reflexionamos a conciencia en el ejemplo de Cristo, somos “transformados a su semejanza con una gloria
cada vez mayor”. 2Corintios 3:18
Una de las razones por
las que Dios llamó a David “un hombre según mi corazón” (Hechos 13:22) es porque le
agradaba reflexionar en la Palabra de Dios. Él dijo: “Los preceptos del Señor... me alegran el corazón”. Salmos 119:97 (PAR)
Debo
aplicar sus principios. Es completamente inútil recibir,
leer, investigar, recordar y reflexionar en la Palabra si no la ponemos en
práctica. Debemos llegar a ser “hacedores
de la Palabra” (Santiago1:2).Este es el paso más difícil de todos, porque Satanás lucha intensamente.
A él no le molesta que vayamos a los estudios bíblicos con tal de que no
hagamos nada de lo que aprendemos.
Sin aplicación, todos
nuestros estudios bíblicos carecen de valor. Jesús dijo: “Todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un
hombre prudente que construyó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24). Jesús también
enseñó que la bendición de Dios viene por obedecer la verdad, no sólo por
conocerla. Él dijo: “Ahora que saben
estas cosas, serán dichosos si las ponen en práctica”. (Juan 13:1)
La mejor manera para
llegar a ser un “hacedor de la Palabra” es escribir siempre un paso de acción
como resultado de la lectura, estudio o reflexión sobre la Palabra de Dios.
Antes de leer el
próximo capítulo, dedica unos minutos para pensar en esta pregunta: ¿Qué es lo
que ya te dijo Dios en su Palabra que tienes que hacer y que aún no has
comenzado? Luego anota algunas declaraciones de acción para ayudarte a poner en
práctica lo que sabes que debes hacer.
DÍA
VEINTICUATRO
PENSANDO
EN MI PROPÓSITO
Punto
de reflexión: La verdad me transforma.
Versículo
para recordar: “Si vosotros permaneciereis en mi
palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres”. Juan8:31-32 (RVR60).
Pregunta para considerar: ¿Qué es lo que ya me ha dicho Dios en su Palabra, que todavía no he empezado a hacer?
No hay comentarios:
Publicar un comentario